Un día como hoy, 31 de enero, en 1843 Juan Crisóstomo Nieto juez de la ciudad de Chachapoyas, la capital del departamento peruano de Amazonas en las selvas altas del norte del país, alcanzaba Kuélap y quedaba sorprendido ante la colosal arquitectura de un yacimiento preincaico coronando un cerro a 3.000 de altitud al que calificó como "Torre de Babel en el Perú" en sus escritos para la Sociedad Geográfica de Lima.
Durante años, aquella ciudadela construida por los chachapoyas, "los hombres de la niebla", una cultura andina que acababa de ser sometida por los incas unos años antes de la irrupción de los españoles en los Andes, fue motivo de curiosidad para muchos viajeros de los siglos XIX y XX.
Llegar hasta aquel lugar, a caballo entonces, no era fácil. Y aun así, por allí pasaron el sabio italiano Antonio Raimondi (1860) y el geólogo suizo Arthur Wertherman (1892), seguidos por Ernst Middendorf (1893), el antropólogo suizo Adolph Bandelier (1893) y el francés Louis Langlois (1934).
Años después, los arqueólogos Henry y Paule Reinchien (1950) realizaron los primeros inventarios de la cultura material del yacimiento iniciando las modernas campañas arqueológicas que vendrían a finales del siglo XX.
En 2011, no lejos de allí, pasaba yo las horas buscando grupos de mono choro de cola amarilla (Oreonax flavicauda) en las selvas altas peruanas como voluntario de NPC (Neotropical Primate Conservation). En plena época de lluvia a 2.000 m de altitud en la ceja de selva.
En aquel entorno, entre la exuberante vegetación y durante los recesos del trabajo de campo, los guías no mostraban tumbas antiguas y restos de muros de viejas edificaciones tragadas por el bosque. Hubo un momento en que creí estar en la piel de Hiram Bingham cuando, 100 años antes, en un ambiente muy parecido al sur del país encontró el Machu Pichu.
El asombro ante aquellos hallazgos me llevó a saber de la existencia de Kuélap, un lugar a solo un día de viaje de donde yo estaba. Entonces, ya no fue curiosidad, sino auténtica necesidad por acudir a por respuestas a ese lugar.
Más sobre Kuélap y los chachapoyas: Capítulo "Los hombres de la niebla".
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El acceso a Kuélap se limita a tres estrechas entradas que, como cicatrices, parten de arriba abajo los gruesos lienzos de la muralla. Aunque estas entradas debieron facilitar la defensa del enclave, la función defensiva no parece la razón de ser de Kuélap, más bien se cree que fue un lugar para alojar a la élite de la cultura chachapoyas. Kuélap. Departamento de Amazonas. Perú. Foto: César María Aguilar Gómez. |
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Las construcciones circulares se asocian con la cultura chachapoyas, en Kuélap apenas hay cinco recintos cuadrangulares, una forma de construcción propia de los incas y de los españoles. Kuélap. Departamento de Amazonas. Perú. Foto: César María Aguilar Gómez |
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Reconstrucción del aspecto que debía tener la ciudad en su momento de esplendor. Ilustración del museo arqueológico del sitio. Se observa la entrada principal, las edificaciones y los dos niveles de terrazas. Foto: César María Aguilar Gómez. |
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En el interior de la entrada principal una escalera de piedra salvaba los 20 metros de desnivel hasta lo alto de la plataforma de la ciudad. En este acceso, sin techar, las paredes se van estrechando hasta que al final solo da para el paso de una persona. Kuélap. Departamento de Amazonas. Perú. Foto: César María Aguilar Gómez. |
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En la parte alta se sitúa el llamado Templo Mayor, que por su forma de cono truncado fue conocido, durante algún tiempo, como El Tintero. En su frontis se conserva la imagen tallada de un rostro, interpretada como una deidad ya que se repite en la entrada principal y en cerámicas. Kuélap. Departamento de Amazonas. Perú. Foto: César María Aguilar Gómez. |
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Los muros de los edificios circulares lucen unas cenefas con dibujos romboidales hechos con piedra. Plantas de edificios de estas dimensiones, ocultos por la vegetación, eran los que hallaba en la zona de estudio de los monos choro de cola amarilla. Kuélap. Departamento de Amazonas. Perú. Foto: César María Aguilar Gómez. |
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Desde lejos la fortaleza parece un recinto amurallado al modo de un castillo, pero en realidad las grandes paredes no son una muralla sino muros de contención para la plataforma elevada sobre la cresta de la montaña, un espacio de unos 600 m de largo por 100 de ancho, en su mayoría aun sin excavar y cubierto por selva del altura. Kuélap. Departamento de Amazonas. Perú. Foto: César María Aguilar Góme- |